lunes, 29 de junio de 2015

Adelante, siempre adelante

Al fin, lo que todos esperábamos, vuelvo (?). Jajaja, sí, al fin parece todo volver a estabilizarse, por lo que el blog vuelve a tener su huequito en mi agenda. La verdad es que vengo de unos días muy convulsos: antes de ayer escribí una entrada sobre cómo me sentía con respecto a algo que me pasó, y, la verdad, me alegro de no haberla publicado. Estaba pasando por un momento horrible y decía cosas que, si bien es verdad en ese momento las sentía, hoy que todo parece arreglado empiezo a verlo de otra forma.

Os haré un resumen, sin embargo espero que no me pidáis mucha más claridad, ya que es un tema del que me cuesta todavía hablar. Hice algo, que me da mucha vergüenza contar, por culpa del alcohol mía -que al fin al cabo fui la que bebió-. La cuestión es que le hice daño a la persona que más quiero y, si bien es verdad que me ha perdonado y la cosa parece volver a su cauce, sigo pensándolo y queriendo que me trague la tierra.
Creo haber conseguir enmendarlo, pero ahora toca lo más importante: cambiar. No estaba dispuesta a que el alcohol fuera motivo de otra situación que pudiera arruinarme la vida, por lo que, sin más dilación, decidí suprimirlo. Está claro que no sé controlarlo, llega un momento, sin que me dé cuenta, en el que dejo de ser consciente de lo que estoy haciendo, dejo de ser yo. Y esto ya es inconcebible.
No lo quiero en mi vida, no lo necesito. Se acabó.


81kg. vs. 74kg. ¡Fight!
Pero dejando esto ya atrás, volvemos a nuestro tema favorito: 
sigo perdiendo peso *yey*.

Y, ¡tachán! Sí, señoras y señores, aquí os traigo una de estas fotos tan chachis del antes-despúes. Una foto de cómo estaba al empezar el blog -la foto es del verano pasado, pero el peso es el mismo que en enero, 81,7kg.- y una foto de esta mañana, cuando la báscula me dio un 74,4kg. mu' bonico. ^^ [Si hacéis click en la foto se ve en grande.]
Siete kilos de diferencia hay entre una u otra. A ver, siéndoos sincera, yo me veo ya de cierta forma buenorra, ¿eh? Jajaja. Ahí no salgo muy favorecida, pero es que la ropa me queda grande. ¡Veo venir unas rebajas donde encontraré talla de cosas! Oh-yeah-baby.

Me paso a ver vuestras cosetas.
Beso a todos.

Noa.

jueves, 11 de junio de 2015

Primera meta: ¡conseguida!

 Amigos, amigas:
Hoy la báscula marcó 74,9 kg.
*tirí-tirí-tirí*



Así, como me leéis. He superado mi primera meta, llegar a los 75 kg. -la cara de asimilación todavía me dura-. He de decir que, a pesar de que estoy pegando saltos, todavía no sé si creérmelo del todo: mañana me quiero pesar otra vez y ver si el peso es más o menos aproximado. Así que hoy me portaré bien para mañana no cortarme el rollo, que se me explota la burbuja de la felicidad, y no queremos eso.

Hace cinco meses, cuando empecé el blog, jamás pensé que iba a ir tan bien -cruzo dedos, toco madera, tiro sal para atrás, que lo gafo-. Me cuesta tanto creer lo que veo en la báscula y pensar que hace nada de tiempo estaba sufriendo con mi sobrepeso, mirándome al espejo y corriendo en círculos sin saber qué hacer. 
Estoy, no contenta, sino radiante.
He perdido casi siete kilos en cinco meses. Con constancia, buena actitud y, sobre todo, toneladas de paciencia, estoy consiguiendo un cambio de forma sana. Me gustaría hacer especial mención a este blog, que ha sido imprescindible para mí estos cinco meses.  Me ha servido para ordenar mis pensamientos y poder marcar el camino a seguir, y, si bien es verdad que estos eran los motivos por los cuales lo empecé, jamás pensé que su efecto iba a ser tan contundente. 
Mi cambio físico está siendo notable, lo veo en el espejo y en lo cómoda que voy ahora con mi ropa -que necesito nueva, por cierto, ¡oh rebajas, venid a mí!-. Intento centrarme en lo que he avanzado, mirando siempre el lado bueno, que es lo que me ayuda a seguir adelante y no desesperarme si me encuentro con algunos gramos de más.

En fin, esto parece un discurso de los Oscars. Y para que termine de parecerlo, os voy a dar las gracias a todos vosotros, los que comentáis, me aconsejáis y me animáis. Que este blog sin vuestro ánimo se quedaría prácticamente en nada, así que gracias por estar ahí.


Hala, sólo me ha faltado decir que no me esperaba para nada este premio y caerme subiendo al escenario.
¡Gracias por leer!
Besos,
Noa.

sábado, 6 de junio de 2015

Hogar, dulce hogar.

"¿Qué?¿Cómo?¿Casa?"
Queridos/as lectores: habemus alta. *suena el We are the champions*. Hoy aquí estamos los dos, haciendo vida normal -cómo se echa de menos esto, maaaaadre- y más contentos que un arbusto. Mi chico está como una rosa, tiene que recuperar peso y masa muscular, que después de un mes en cama se cansa bastante, pero más allá de eso, bien, sin dolores ni sufrimientos. Eso sí, parece salido de una huelga de hambre: 64 kilos, mide 1.80 m. Pues ya veis, se lo lleva el viento.

Como os imaginaréis, este último mes mi pérdida de peso fue relegada a un segundo lugar. No he estado para mucha marcha, la verdad, entre sus problemas y los míos. Aunque, en ese sentido, no puedo decir que mayo haya sido muy infructífero: he perdido en total un kilo y cien gramos. A mi ritmo, ya sabéis. Esta semana no he bajado nada, pero por lo pronto no tengo pensado flagelarme.

Sin embargo, este mes será el de la recuperación -vaya, parezco Rajoy-: en dos semanas será la operación, por lo que tendrá que recuperarse y reposar. Luego, cuando vuelva a estar como un toro (que lo estará), intentaremos coger un poco de forma física los dos juntos. ¡Al fin sabrá lo que se siente correr un kilómetro y ahogarse!, dice mi lado malvado.


¡Gracias por comentar!
Besos,
Noa.

jueves, 4 de junio de 2015

Anda, échale dulce

Hola, hermosos.
Espero que lo estéis llevando bien. Yo aquí, que vengo a alegraros el día con uno de mis clásicos dilemas morales de entresemana. Vale, igual no es muy moral ni muy clásico, pero igual alguno de vosotros lo ha tenido alguna vez. Algo que se ha de reflexionar alguna vez en la vida. Y es que:

¿Azúcar o edulcorante artificial?

En serio, ¿no os lo habéis planteado? Yo personalmente llevo tomando edulcorante desde que tengo uso de razón. Mi abuela me alejaba el azúcar como si fuera producto del demonio, pensando que eso era lo peor para una niña rechonchita como yo -rechoncheta, pero monísima ¿eh?-. Y en mi casa el azúcar siempre ha brillado por su ausencia, el edulcorante valía para la leche, para el yogur, para la fruta, para todo. Últimamente he venido pensando en este asunto -así, como hobby-, y me he hecho una pregunta:

¿Cómo de bueno puede ser estar consumiendo durante 20 años un derivado del alquitrán?
De forma automática.
Diariamente.

Porque eso es, por ejemplo, la sacarina: un derivado, nada más ni nada menos, del alquitrán. Un derivado de la calle -literalmente. Qué chispa tengo-. A ver, que no quiero ser fundamentalista tampoco. El aspartamo, por poner un ejemplo, es uno de los aditivos más estudiadios de la historia y su seguridad, dicen, está más que probada. Sin embargo, ya sabéis... Estudios, ratones, cancerígenos, apocalipsis, etc.
No es que vaya yo de naturista y salvadora del mundo, lo que pasa es que últimamente intento más o menos saber qué es lo que ingiero. Ya, que no conseguiré saberlo y controlarlo todo, y que aunque lo intente, voy a seguir metiéndome un montón de mierda sin poder evitarlo; pero el asunto del edulcorante es el que me da más dolor de cabeza. ¿El motivo? Lo que os comenté: 20 años sin parar, en una rave continua de dulce artificial.

Si hay una razón por la que todavía no me he sumergido en el mundo de la sacarosa y abandonado la sacarina sin mirar atrás, es porque el azúcar refinada tampoco es que sea santo de mi devoción. Sin embargo, a veces pienso que no puede ser peor que la sacarina, por una razón: conozco bien las consecuencias del azúcar, sé lo que estoy consumiendo, de dónde viene y adónde va. Con la sacarina no tengo esa certeza. 

No obstante, no me cierro a la hora de buscar otras alternativas, pero soy un poco cateta e ignorante en esta materia. Hay opciones variopintas, como el azúcar moreno, el sirope de agave, la miel, la panela y muchos otros. Por esta última tengo, sin embargo, especial interés. La panela es azúcar integral de caña que se obtiene simplemente a partir de la evaporación de los jugos de la caña -aquí si queréis saber más sobre ella-.


Y vosotros...
¿Con qué soléis endulzar vuestras cosetas?
¿Sois adictos a algún tipo de edulcorante artificial o la vieja blanca?
¿Conocéis la existencia de más alternativas a la hora de endulzar?


Vida personal:
¡Estamos cada día más cerca del alta! Ya le han quitado el drenaje del intestino a mi gordo y le han dicho que en estos días me lo mandan a casa. Qué ganicas de pillarlo y... y... atiborrarlo a comer como si no hubiera mañana. Y es que el pobre chiquillo ha perdido unos nueve kilos en poco más de un mes y ya no hace ni sombra. Eso sí, en dos semanas lo están operando -o eso dicen hoy, mañana nos vendrán con otra cosa-, así que tendré que atiborrarlo a cosas como pescado a la plancha y zanahoria. ¡Así está el panorama!
Pasemos al egocentrismo. Yo voy bien, comiendo en casa de mi suegro un poquito de todo, como la gente normal, ya sabéis. Intento compensar en el resto de comidas: desayuno fruta con yogur y ceno ligero. Además, me mato a caminar cada día. 
Mañana el veredicto de la báscula.


Besos,
Noa.

lunes, 1 de junio de 2015

Un resumen

Yo no sé si vosotras estáis cansadas de hospital, pero yo sí. ¡Hasta el moño! Hoy es ya nuestro 23 día de ingreso -lo hago todo mayestático, pero que sepáis que los 23 días ahí ha estado la tía, como un clavo- y estamos ya deseando ver el alta. Mi novio está mejor, hace una semana le hicieron una punción para sacarle todo el pus que le había provocado la infección y lleva con una sonda saliéndole del intestino desde entonces. Ay, la punción... Sus únicas palabras al salir fueron: "sentí cómo me ensartaban vivo". Sólo de verlo cómo salió, se me caía el alma a los pies.
¡Pero ya está! Ahora el pus ha salido y él ya puede comer después de tres semanas sin probar un sólido. En dos semanas tienen programada la operación -aunque estos cirujanos ya se sabe, hoy te dicen blanco, mañana negro y pasado que ya verán- y cruzamos los dedos porque hasta el día de la operación lo puedan mandar a casa. ¡Que estoy mu' sola! Jajaja.
Y hasta aquí con el tema hospital.

- Quería daros las gracias por los comentarios en la entrada anterior. -
No fueron unos días fáciles, fui presa del agobio y de esta puñetera enfermedad que tiene que asomar la cabeza de vez en cuando. Sí os digo que desde aquel día no volví a caer, a pesar de que la situación se fue tornando cada vez a peor. Fui muy fuerte y estoy muy orgullosa de mí. ¿Dejé de darme atracones? Pues no, alguno que otro cayó, la verdad, pero pude omitir el paso más dañino -vomitar- y estoy contenta.
Ya van a hacer dos años desde que empecé a recuperarme, y parte de ese tiempo estuve acudiendo al psicólogo de la Seguridad Social. Fue decisión mía dejar de ir, porque salía con un cabreo y un vacío terribles, pero la posibilidad de volver, como dije, sigue estando encima de la mesa.
Aparte de esto, son ya casi cinco años los que llevo sufriendo trastornos de la conducta alimentaria. Conozco bien los perjuicios de la anorexia y de la bulimia, básicamente porque he sufrido ambas. Sé lo que ocurre cuando uno vomita, yo he sufrido ruptura de parte de los dientes por el desgaste de los ácidos, reflujo por culpa de tirarme muchos días vomitando, caries, me he hecho sangre en la garganta... En fin, creedme que lo sé. Me ha faltado la ruptura de esófago, y menos mal, porque era algo a lo que tenía terror cada vez que vomitaba -no es frecuente, pero oye, da susto-.
Sin embargo, el conocer los riesgos físicos que esto provoca no siempre sirve a la hora de incitar a alguien a la recuperación. En aquel tiempo, temía la ruptura de esófago, ¡y seguía haciéndolo sin parar! Cada uno tiene sus tiempos, y no estoy diciendo que quiera dejarme caer en la decadencia, pero sí darme un tiempo para reflexionar y pensar si soy capaz de llevarlo o no.
Pues eso, que muchas gracias por comentar y darme vuestra opinión, lo valoro mucho.^^

Una vez "superada" esa recaída que me dio, la cosa fue bastante bien. Empecé a ir a comer a casa de mi suegro, y comiendo acompañada me sentía mejor. Las cenas las hacía en casa, pero sin mayor problema, mi pan integral con pavo y verduras, mi yogur desnatado y tan a gusto.
Lo que sí es verdad es que me he dado más caprichitos de la cuenta: algún chocolatito de las máquinas de allí, dulces que traen al hospital... En fin, esas cosas. Sin embargo, hace unos días me dio por pesarme y -what?!- había bajado un kilo desde que empezamos con esto del hospital.
Preferiría no haber adelgazado, y que no hubiéramos tenido hospital, pero bueno, jajaja.


Hasta aquí mi entrada kilométrica. 
Me paso por vuestros próximamente, que ya voy teniendo tiempo. ^^

Besos,
Noa.