viernes, 30 de enero de 2015

Planearlo bien

La báscula es muy tentadora, mucho, mucho... Y hoy me he tenido que pesar otra vez jajaja. Es un acto reflejo: cuando lo hago bien un día, al día siguiente miro si sirvió de algo. Sí, es cierto que la báscula no es objetiva, que un día has retenido más líquidos y toma, un kilo de más, por mucha lechuga que hayas comido el día anterior. Y claro, cuando el numerito sube, más que animarte, te fastidia. Tengo que controlar esa obsesión de pesarme -otra en mi lista de obsesiones-, que me recuerda a tiempos negros. Voy a guardar la báscula en el armario hasta el jueves de peso: out of sight, out of mind. Bueno, corazón que no ve, corazón que no siente, que se ha dicho toda la vida; en inglés quedaba más cool jajaja.

En fin, ahora llega el finde: ¡la báscula ni mirarla de lejos! Igualmente intentaré controlarme. Ya he hablado con mi gordi, me ha dicho que sí, que él también piensa que muchas veces, por ser finde, nos ponemos hasta arriba de todo, y no puede ser. Que somos muy bastos para comer, parecemos de Bilbao jajaja -sin ofensa a los vascos, que me encantan, en el norte sí que saben comer...-. Así que bueno, él me ha dicho que quiere controlarse también, pero lo que él llama control, yo lo llamo día de fiesta. Al menos no comprará dulces, que es lo que yo creo a lo que se refiere cuando dice de controlarse -si algún día le sale diabetes, no creo que sea capaz de soportarlo, el yonki de la glucosa-. Ya hoy, por ejemplo, tenemos concierto por la noche: iremos de tapas primero, claro. Mañana él tiene muchas ganas de ir a comer a un sitio que le encanta, donde sólo ponen pescaíto frito. ¡Lleva semanas diciendo que le apetece! Y obviamente, no le voy a decir que no porque estoy a dieta.

¡¿Veis cuánta locura?! Por esto necesito un plan:
- Hoy en las tapas: quiero no tomar cerveza, elegir las tapas más light que pueda, que por suerte en el sitio que vamos hoy sí que hay más opciones.
- Hoy en el concierto: me tomaré una cerveza máximo, que además son muy caras. Aunque se me caliente y se me haga caldo, esa cerveza me tiene que aguantar hasta el final.
- Mañana en la calle: puf, es difícil. Una vez más evitaré la cerveza y comeré lo justo de lo que haya. ¡Qué remedio!
El resto de días (sábado por la noche y domingo) no tenemos plan de nada. Las cenas intentaré hacerlas lo más light posible: mañana crema de brócoli y el domingo ensalada. Para almorzar el domingo tengo en mente unas anguriñas -me encantan, ya se me está cayendo la baba-, que si bien es cierto que no es muy light, yo me las haré salteaditas con un ajito y un huevo para mí, y con papas fritas para mi gordo rechoncho jajaja.

Deporte: las sentadillas del miércoles me dejaron las piernas/culo en estado crítico, para entrar en la UCI, vamos. Así que para no lesionarme decidí ayer descansar un poco: paseé bastante, limpié la casa... Algo light. Hoy sí, haré ahora un poco de cardio, 45 minutos al menos, que el verano ya está aquí (?). Mañana si no llueve volveremos a salir con las bicis e iremos otra vez a Pinos -el pueblo del otro día-. A ver si puedo hacerlo sin echar el hígado por la boca jajaja. Si no podemos salir mañana por la inclemencia del tiempo, ambos días del finde procuraré igualmente hacer al menos media horita de bici. Ejercicios de musculación no haré hasta, por lo menos, el lunes, que no quiero precipitarme con esto, ya que con esto sí que hay más posibilidades de lesionarse.

Y allá vamos, comienza el bendito fin de semana. Qué miedito.
Besis.

jueves, 29 de enero de 2015

No me hundo rápido

Va a parecer que siempre que empiezo a escribir, lo hago diciendo lo mal que lo he pasado y lo mucho que sufro, peeero no lo vamos a negar: ayer fue un día malo. ¿De esos que parece que te sale una cosa mal y todo lo que haces después te sale igual o peor? Así tal cual. Me pasé sin embargo por vuestros blogs, que me dieron mucho ánimo -qué súper bien vais todas, maldita sea jajaja-, a pesar de al final no haber escrito porque estaba desanimadilla. Bueno, no, para ser justos he de decir que no escribí porque lo tenía planeado para por la noche, y olvidé que jugaba el Barcelona: lo tuve que ver, eso es sagrado jajaja. -sí, hola, soy futbolera-.

Pero volviendo a lo que interesa, con respecto a la dieta, a pesar del mal día, a pesar de que la báscula me había faltado el respeto (?) , lo clavé todo y lo hice perfecto *-*. Hice hasta deporte, ¡deporte incluidas sentadillas! Estoy aprovechando bien mi bici estática y voy a ir anotando los kilómetros que haga (que eso anima mucho), aunque una de las cosas que me hicieron enfadar ayer fuera precisamente eso, mi bici. Resulta que el monitorcillo ese que tiene para ver el tiempo, la velocidad, la distancia, calorías, etc. está estropeado. Ahora parece que cada vez que empiezo a pedalear, el monitor se vuelve loco, comienza a cambiar entre las distintas categorías a una velocidad desmesurada en la que no puedo ver nada. Vale, ahora parece una tontería y hasta hace gracia, pero ayer estaba yo como para que me pasara eso. Estuve a punto de tirarlo al váter. Que es la tercera vez que la uso, es para cabrearse. Pero bueno, cuando paro de pedalear aunque sea puedo ver los kilómetros que he hecho. Además, voy a aprovechar esos conocimientos avanzados de alemán -ya que para darme trabajo parecen no servirme- y a escribirles a los que me la vendieron. Que yo soy muy luchadora, ¿eh? Jajaja.

Ayer estuve on fire. On-fire.
En fin, más allá de todo esto, y volviendo a ser positiva, voy a decir que mi esfuerzo ha tenido cierta recompensa, porque hoy la báscula -que vuelve a respetarme- marcó 81,5kg. *yuhuuuuu*. Vale que todavía me queda kilo y medio para superar el primer paso hacia mi meta, pero no tengo intención de ir rápido, quiero bajar tranquilamente, sin prisas, que sea duradera la cosa. Siempre que el numerito vaya para abajo, sin problemas.
Ahora tengo ganas de encontrar alguna rutina de ejercicios buena. El cardio está muy bien para perder peso, pero la musculación tiene un efecto más duradero. Además, yo estoy fofita de tantas veces que he adelgazado, engordado, una y otra vez, y sé que con perder grasa eso no lo voy a solucionar: incluso cuando llegué a pesar 65 kg., el fofismo seguía ahí. Y no sólo eso, otro problema que me molesta es la celulitis que me ha dejado, que tampoco se fue cuando estaba flaca. Eso lo único que lo cura son, amigas mías, las sentadillas de dios. Ayer hice tres series de 15 y ahora tardo un ratito en levantarme de la silla jajaja. Voy a abrir otra sección en el blog para los ejercicios y otra para la dieta, para no saturar esto, que ya parece Las Vegas o algo así jajaja.

Y ya está aquí el finde, gracias por vuestros consejos: voy a hablar con mi chati de lo de la dieta. Mañana tenemos concierto, y alguna cervecita me tomaré, pero el resto del finde intentaré que sea lo más sanito posible. El domingo pasado me marqué unos canelones light -hice yo la masa y todo- que salieron de muerte, algo así inventaré.


Me paso por blogs, a ver cómo de buenorris vais.
Besos.

lunes, 26 de enero de 2015

Comenzar subiendo

Sí, subiendo de peso, pero también subiendo cuestas como una loca con la bici, ¿eh? Cuidao. Desde el miércoles sin pasarme por aquí, esto es inadmisible... ¡Cómo me cuesta escribir cuando me he saltado todos mis propósitos dietiles! Jajaja. Vale, la verdad es que he estado liadilla, pero sí que es cierto que cuesta ver los errores aquí tan claritos y plasmados. 

Odio eterno a la lluvia y la oscuridad.
El jueves fue un día feo. Pero feo, feeeeo, feo, ¿de esos que dices asco de la vida y de todo? Pues de esos. El motivo fue -más que probablemente- que llevaba tres días encerrada en casa. En Granada no dejó de llover, medio nevar, más llover, oscuridad, frío... Eso sumado a que no hay manera de que encuentre un trabajo, pues me llevó a estar plof todo el día. Encima me pesé, y estaba 82 kg. Viva yo. Sin embargo, lo que es la alimentación lo llevé bien hasta por la tarde, cuando con un culín que quedaba de bollo de aceite -esto de aquí, que es, junto con la Alhambra, lo mejor que ha dado Granada en sus mil años de historia- comenzó el declive. Si sólo hubiese sido eso, bueno... Son cosetas de la vida. Pero no acabó ahí. 
Por lo visto, cuando a mi querido y adorado novio le digo si podría acercarse al súper a por un par de garrafas de agua, lo que él entiende es: compra turrón de chocolate de Suchard, que no hemos aprovechado la Navidad lo suficiente. Jajaja, vale, que no es su culpa, que también hubo voluntad por mi parte para tragármelo. Oye, pero qué turrón, qué cosa tan maravillosa y engordante...

Después el bendito viernes: todo iba correcto, mi bici estática llegó antes de lo previsto y estaba contenta. Para comer hice: pasta para mi chati, y a mí los tallarimis esos de Pescanova, que es como pasta pero que sabe a palitos de cangrejo. No estaban mal, pero tampoco para tirar cohetes. El problema vino por la noche: ya sabéis, Granada, tapas... Un poco descontrol. Después de toda la semana trabajando, entiendo a mi novio cuando está muerto de ganas de salir a tomarnos algo el viernes. Vamos, que yo también tengo ganas, pero sé lo que implica. Mucha opción sana en ese bar al que fuimos no hay -ya me lo conozco-, así que ya dije ¡qué demonios! Otro de mis defectos: cuando doy algo por perdido, lo de por perdido pero bien. Así que nada, a tapear. El finde fue un poco así. El sábado salimos a comer fuera, a una pizzería italiana -os imagináis lo que tocó-, ayer mi chati trajo dulces de una pastelería que le encanta...
No sé, a mí me gustan los dulces, me encanta salir con él, me gusta que comamos fuera y aprovechemos los dos días que tiene libres, pero siento como que me estoy faltando. Yo realmente quiero perder peso, por mí, para poder estar más a gusto conmigo misma, pero también quiero disfrutar con él. ¿Debería decírselo? No hay por qué tener que recluirse en casa para poder comer medio sano, ¿no? Y aunque sé que puede complicarnos un poco a la hora de elegir a dónde ir, sé que él me va a entender. Además, no me importa dejar un diita o una noche libre para que nos demos un caprichillo. Lo que no quiero es que sea tampoco una costumbre, que sólo por el hecho de ser fin de semana tengamos que hartarnos a dulces, pizza y alcohol. Dato: no he bebido alcohol desde el fin de semana anterior, sólo cola light, ¡nada de cerveza! -es que es muy fuerte esto-.

Bueno, también he de decir que, aunque hoy no fue fin de semana, sí, ¡también tocó comer fuera! Vinieron mi suegra y la tía de mi gordi, y fuimos a un sitio gallego que ponen un pescadito frito que te mueres. Ya veis qué light es eso, jajaja. De postre, tarta de Santiago. ¡Toma ahí! Me da mucho palo decirle que no a mi suegra, que siempre quiere invitarnos, pero no sé, ¡algo tendré que inventar! ¡Ahora tendré cenar un poco de brócoli al vapor o algo!

Y cambiando de tercio: he hecho deporte. ¡Bieeeeeeeen! *campanas al vuelo*. El sábado nos fuimos con mi chati a un pueblo que hay a unos 10 km. de aquí -en subidita, ¿eh?- y me encantó. A la vuelta fue cuando fuimos a la pizzería, para quedarnos tal cual: ni más gordos ni más flacos, jajaja. Me sentí súper bien conmigo misma porque llegué mucho más lejos que la otra vez y mucho más rápido *-*. Además, el domingo hice 45 minutos con mi bici estática, ¡y ya no me sentía el culo! Así que siguiendo los consejos de mi gordo, que sabe de bici mucho más que yo, estoy hoy descansando para poder recuperar, no hacerme daño y poder hacer mañana mucho más. ¡Qué ganas!


En fin, un poco o no tan resumido, aquí va todo. Mañana por la mañana me pasaré a leer vuestros blogs. ¡Gracias a las guapas que me habéis comentado!
Un besi.

miércoles, 21 de enero de 2015

Sobre dos ruedas

Ay, qué comidita me hice ayer, qué lágrimón me cayó... Ejem. ¡Hola! He vuelto. A ver si hoy puedo hacer una entrada que no sea kilométrica -un gran reto para mí-.
Hoy traigo mi menú de ayer. No sé, me da la sensación, así pensándolo, de que comí una barbaridad. Pero que creo que es la costumbre, siempre pienso que como como una loca, y ¡no es para tanto! Además que estaba todo muy bueno y valió la pena mucho mucho.

Desayuno:
Tortillita de dos claras + quesito Burgos 
+ tres palitos de cangrejo
Almuerzo:
Lentejas con arroz y zanahorias 
+ trocito de pan
Merienda
Mandarina + diez almendras
Cena
Un cuarto de aguacate (pequeño)  + quesito Burgos con tomate  
+ trocito pequeño de pan + loncha fina de pavo

Vale, sí que es más que otros días, he de admitir. Pero no sabéis lo que disfruté yo con esas lentejas, con la lluvia y el frío que hace fuera, me sentaron de perlas. La cena parece mucho, pero la verdad es que era todo bastante pequeño: el aguacate era pequeñísimo (y sólo me comí una esquinita), el tomate de estos perita, ¡hasta el plato era chiquito! No sé, es psicológico, así parece menos jajaja. Aquí una fotito de la cena -cuidado con mi capacidad para centrar-. Más allá de todo eso, estoy satisfecha. ^-^

¡Y que no sólo de comida se vive! Así que cambiando de tema os digo que me he compré el lunes una bici estática y estoy muriendo de ganas de que llegue. Dicen los amigos de amazon.es que hasta el lunes nada, así que aquí estoy, comiéndome las uñas.
La verdad que estuve un tiempo reflexionando cómo podía introducirme al deporte. Antes corría, pero tuve en su momento un esguince que no se ha curado bien, y claro... ¡ouch!. Además, no sé, y esto ya es más personal, pero... Me da vergüenza hacer deporte en público. Me da corte que me vean, y puede parecer una tontería, pero lo paso mal, ¿eh?
Cuando antes corría lo hacía por la noche, cosa que no me viera nadie, pero fue en Alemania, y al llegar el invierno, con -20ºC, ¡como para salir a correr o a hacer nada! Así que perdí la costumbre. Ya en España, cuando llevaba un tiempo sedentarismo hardcore, probé a salir de nuevo con una amiga, y además de que me dio un pinchazo en el tobillo, lo pasé fatal viendo que ella podía correr media hora de seguido y yo me quedaba atrás ahogándome después de diez minutos. No lo volví a intentar -soy débil-.

Ya en este último año, mi chico ha intentado en múltiples ocasiones hacerme empezar con el deporte. A él dice que le cambió la vida, sin haber estado gordo ni nada de eso. Claro, se refiere a algo más mental, que dice que me hará bien, ¡si yo no digo que no tenga razón! Y aunque diga que no importa si voy lento, que él iría al ritmo que yo fuera... ¡Que lo paso mal en la calle, jolines!
Así que ahí estaba, dándole vueltas al tarro, cuando de repente caí en la bici estática. Podría quedarme en casita, con mi deporte, sin que nadie me moleste... Vale que no sería gratis, pero aproveché el dinerito que me dieron en Navidades y me compré una alemana que tenía muy buenas críticas por unos ochenta euros. Mi intención es coger fondo para después poder hacer otros deportes, como por ejemplo salir con la bici que me regaló mi chati para reyes *-*.
Súper cómico, salimos el día de reyes con las bicis y mientras yo moría entre terribles sufrimientos, él iba cosiendo y cantando. Me cabreé con él y todo, no sé por qué, jajaja.


En fin, ya os contaré mi experiencia. A ver si hago deporte de una vez, ¡maldita sea!
Besis.

martes, 20 de enero de 2015

¿Por qué lo hago así?

Vaya diita pasé ayer, qué hambre. No, no me gusta pasar hambre -como a todo el mundo, espero-. ¿Qué pasó? Pues que me equivoqué en el desayuno que hice: Media tostada con aceite y tomate.

¡¿Dónde están mis proteínas?!
Tras desayunar sólo y exclusivamente carbohidratos, el resto del día se me hizo cuesta arriba. Me fui a la cama con la barriga haciendo grgrgrgrgr del hambre. Y detesto eso a muerte.

A lo mejor estoy despistando a más de uno/a que me está leyendo, ya que normalmente se recomienda consumir los carbohidratos por la mañana y limitarlos en las horas más tardías del día. Bueno, yo no hago eso. No lo hago desde tiempos remotos -sí, la semana pasada-
¿Por qué no lo hago? Es una historia un poco larga -ja, perparaos-. Todo empezó cuando hace unas semanas topé con un artículo acerca de la dieta circadiana. Esencialmente, esta dieta se basa en el manejo de la interacción de algunos nutrientes con determinadas hormonas. Ya, esta es la teoría. A partir de aquí, y si lo buscáis en internet, vais a ver unos cuantos artículos contradictorios acerca de cuándo evitar los carbohidratos: unos dicen que por la mañana y otros que a partir de las 16h.
He intentado quedarme con los que me parecían más sensatos -en relación con mi experiencia-. Más o menos lo que dicen es que muchas personas se levantan con unos niveles muy altos de azúcar en sangre y que por ello no tienen hambre al levantarse -mi caso-. Estos niveles van disminuyendo hasta llegar a su punto más bajo a las 19h. aproximadamente.
Claro, a muchos a estas horas es cuando nos da la ansiedad por comer, por mucha pieza de fruta que hayamos merendado. Para evitar esta ansiedad, lo que se recomienda es aprovechar estos niveles de azúcar mañaneros para afrontar las actividades diurnas, consumir proteínas por la mañana y mediodía para, digamos, "estar más llenos" el resto de horas del día y dejar los carbohidratos para la tarde/noche -con moderación, claro-.

Vale, todo esto es muy bonito, pero tengo que aclarar: tras pasar una etapa nefasta de mi vida en la que seguía todas las fantásticas y maravillosas dietas que encontraba y llevarme un chasco tras otro, aparte de arruinarme la salud, yo ya no sigo más dietas si no me las prescribe el médico. Ya me lo decía mi abuelito: olvídate de las dietas, come lo que te guste, pero controla.

La pregunta del millón entonces es por qué me he estado tragando todas esas patrañas de la dieta circadiana. Porque lo identifiqué rápidamente con una etapa de mi vida. Al leer acerca de esto, recordé mis 15 años, momento en el que yo pesaba la friolera de 104 kg. En aquel momento tomé una decisión (no, no fue ponerme a dieta): lo único que hice fue sustituir las cenas que solía tomar por un bol de cereales integrales. No desayunaba al levantarme porque no tenía hambre, tomaba mi bocadillo de jamón en el recreo, almorzaba lo que mis padres cocinaban -que era un poco de todo- y cenaba mi bol de cereales. Además, no me cortaba si salía con mis amigas: me compraba mis chuches, bebía refrescos... ¡Era algo tan natural! Y esto siguió así durante dos años. A mis 17 años pesaba ya 78 kilos: había bajado más de 25 kilos. Sin dietas. Sin tampoco ejercicio -tristemente, ya que si lo hubiese hecho probablemente no me hubiese quedado fofita-.

Relacionando lo que os dije antes con esta apasionante historia de mi vida, llegué a la conclusión de que no hay nada de malo en consumir carbohidratos por la noche para perder peso, a diferencia de lo que se dice normalmente. Al menos no para mí (cada persona es un mundo).
Entiendo, además, que es interesante lo que dicen de desayunar proteínas, ya que son realmente saciantes y uno llega a las últimas horas del día con bastante menos hambre. ¿Suprimo entonces todos los carbohidratos? Nunca. Por dos motivos: uno, que no veo razón para restringir ninguna clase de alimento siempre que se consuma de forma moderada; dos, y más importante, amo el pan y no puedo vivir sin él.

Esto + frutos secos = mis meriendas.
Mi manera de actuar entonces se rige por esto. Intento concentrar bastante proteína en el desayuno y el almuerzo -claro que si me apetece pan por la mañana, como pan por la mañana. Poco, una rebanadita pequeña y en lo posible integral, pero lo incluyo-. He de decir que de cierta forma funciona, que noto que por la tarde, cuando me como una pieza de fruta, me lleno como si me hubiese comido un jabalí. A la hora de la cena ya invento algo, como por ejemplo, una crema de alguna verdura -puerro, calabacín, brócoli, zanahoria... etc.- y le añado una patatita. Me voy a la cama feliz como una perdiz sin pasar nada de hambre y sin ansiedad.
Llevo más de una semana intentando comer así, dejando un día a la semana libre para salir con mi chico y tomarme alguna cervecita, y la verdad es que va bastante bien -exceptuando el fin de semana pasado que se descontroló por otros motivos, jiji-.

Lo más importante de todo para mí es que no quiero hacer dieta: lo que es quiero cambiar mis hábitos alimenticios para que se adapten a mí lo mejor posible. Por supuesto que quiero bajar de peso, pero no puedo restringirlo todo para que, cuando tras matarme de hambre y llegar a mi peso-meta, vuelva a comer de todo y vuelva a recuperar todos esos kilos. A esto me gustaría añadirle un poco de deporte, pero eso ya lo desarrollaré en otro momento, que me duelen los dedos de escribir.


Qué rollazo acabo de meter, madre mía.
Besis.

domingo, 18 de enero de 2015

¿Cómo se empieza un blog?

¿Sabéis el tiempo que llevo intentando empezar a escribir? Tanto tiempo. Taaaaaanto tiempo. Pero mi mente divagadora no hace más que buscar razones en contra: le faltan cosas al blog, este color no me gusta, a ver qué complemento le falta... -me gusta diseñar páginas, sí-
Anyway, aquí estoy. No creo yo la verdad que un domingo sea el mejor día para empezar con esta clase de cosas, ¿no? Porque... Bueno, no sé por qué. ¿Las cosas se empiezan siempre en lunes no? ¡De toda la vida! Y eso pensaba hasta hace media hora, pero se me vino a la cabeza la regla de los 20 segundos:
"¿Por qué 20 segundos? Porque es el tiempo que supone una barrera mental para actuar o no hacerlo: si tardamos más de 20 segundos en satisfacer nuestro impulso inicial, nuestra pertinaz desidia nos hará dejarlo para otro día; si tardamos menos tiempo, nos lanzaremos a por aquello que deseamos hacer porque es fácilmente accesible."
Esto es lo que yo toda la vida he denominado lo hice porque me dio por ahí, pero esto era más sofisticado. Y sí, me dio por ahí, he dicho empiezo ahora -ahora, ahora, ahora, ahora- y ahora lo he hecho.

¿Qué busco escribiendo este blog?
En tres palabras: ordenar mi vida. ¿Que si funciona o no? Bueno, me gustaría pensar que sí. La experiencia me dice llevar un blog en el que la gente te puede -y te quiere- leer, además de darte apoyo y dejarte inspirar por sus historias, se convierte al final en un especie de responsabilidad a la que atender. A su vez escribir te permite ver plasmado lo que has hecho bien y, sobre todo, lo que has hecho mal. Organización es la palabra clave.
He de decir eso sí que en su momento utilicé esto de los blogues para el mal. Sí, el mal. Digamos que llevé a cabo una autodestrucción que me dejó devastada por fuera y por dentro. Eso sí, quedé delgadísima. Una pena que yo no pudiera verlo por culpa de esa distorsión de la imagen corporal que te produce un problema alimenticio. Lo típico.
Saco yo igualmente algo bueno de aquello, y es esa disciplina que al fin fui capaz de imponerme, sólo siendo perseverante con mis escritos y leyendo y animando a otras chicas que estaban como yo -en aquel caso lo que estaban era enfermas, pero vamos, es un ejemplo-. Y eso quiero volver a conseguir, tener cierta disciplina y ser perseverante, obviamente sin llegar al extremo de la obsesión.



Aquí estamos de resaca... JA. No. Si fuera yo esa iba a estar aquí...
Voy a empezar por no hablar de mi fin de semana porque vaya asquete, vaya asquete -lo que se llama un buen comienzo-. ¡Maldito alcohol! Yo que no bebo nunca llegué a tal punto que sentí vergüenza y asco de mí misma. No os preocupéis que he aprendido la lección gracias a la satánica resaca -porque sólo pudo ser obra de Satán- que me tuvo todo el sábado tirada en el sofá queriendo morir.
Dejando esto aparte, os digo que tengo cierta estrategia para esta vez realmente cambiar y poder llegar a un peso normal para mi estatura. No voy a desarrollarla ni aquí ni ahora porque si no mi entrada va a parecer el Antiguo Testamento, pero que ya tengo cosas -¡sanas!- en la cabeza, sin llegar a ser dietas milagro ni nada de eso. Pero ahí la intriga por hoy, jiji.


Mañana vuelvo con más y mejor.

Besis.


PD: hablo en segunda persona del plural aunque nadie me lea. Yo soy así.